Un reto para la historia.
Edurne Pasaban se convirtió el 17 de mayo de 2010 en la primera mujer en subir los 14 ochomiles a lo largo de tan solo veinte expediciones, lo que supone un altísimo grado de efectividad en el Himalaya.
Se arriesgan a caer en grietas o por precipicios, ser sepultados por avalanchas, barridos por un temporal, sufrir hipotermia, congelaciones y mal de altura o, sencillamente, desfallecer por agotamiento.
Quienes se enfrentan a los colosos del Himalaya deben adentrarse en la llamada «Zona de la Muerte» a partir de 7.500 metros, donde el cuerpo es incapaz de aclimatarse y, literalmente, se consume a sí mismo hasta morir.
Todo ello para, como decía el alpinista Lionel Terray, «conquistar lo inútil».
Eso, si finalmente se llega a la cumbre, porque hay muchas probabilidades en contra. La escalada requiere semanas entre aclimatación, varias ascensiones parciales montando campamentos y trabajando en la ruta, violentas tormentas que paralizan el trabajo y multiplican el riesgo de aludes, etc.
Cuando al fin se dan las condiciones idóneas (si se dan) para un asalto a cima, normalmente sólo queda tiempo y fuerzas para un intento.
La cuestión es: ¿Merece la pena tanto riesgo, tanto sufrimiento? Para Edurne Pasaban, sí.
Para llegar hasta su base es necesario remontar a pie, durante días, tierras cada vez más altas y aisladas, hasta penetrar en un mundo hostil de roca y hielos perpetuos.
Vistos de cerca, los ochomiles se muestran inmensos e inexpugnables.
Intentar ascender hasta la cumbre es, según quien lo mire, una locura o el desafío de toda una vida.
Hasta Edurne, otras 20 personas habían completado los 14 ochomiles, todos hombres.
No es extraño: ascender una sola de esas montañas requiere experiencia, maestría en las técnicas de progresión sobre roca, hielo y nieve, entrenamiento físico y mental, tiempo, dinero, capacidad de sufrimiento y suerte. Pero plantearse escalarlas todas sólo es concebible para alpinistas profesionales que dedican su vida a ello. Y no es una vida fácil.
Existen 14 picos en el planeta que superan los 8.000 metros de altura, repartidos entre las grandes cordilleras asiáticas del Himalaya y del Karakorum.
Los franceses Maurice Herzog y Louis Lachenal fueron los primeros en hollar una cima de más de 8.000 metros, el Annapurna, en 1950. Medio siglo después de que la primera expedición acabara en tragedia. Entonces, los nombres fueron los de los británicos Albert Mummery, Geoffrey Hastings y J.Norman Collie.
El italiano Reinhold Messner dedicó 16 años de su vida para el 16 de octubre de 1986 ser el primer hombre en ascenser los 14 ochomiles. Sin oxígeno y abriendo seis nuevas vías, la épica del alpinismo seguía escribiendo su propia historia.
Y en la historia, con página propia, también entraba un 17 de mayo de 2010 Edurne Pasaban, cuando al hollar el Shisha Pangma se convertía en la primera mujer en completar los 14 ochomiles.
La historia del alpinismo es una historia de lucha, sacrifio, fuerza y afan de superación personal.
Pocos meses después de convertirse en la primera mujer que coronaba los 14 ochomiles del planeta, Edurne Pasaban volvía al Himalaya. Un nuevo desafío esperaba a la alpinista: escalar el Everest (8.848m.), la montaña más alta de la Tierra, sin ayuda de oxígeno artificial.
Una aventura donde descubrimos que más allá de alcanzar la cima, el objetivo real es la supervivencia.